jueves, 3 de diciembre de 2009

Encuentro en Neuquén del 20 al 22 de noviembre 2009





Este fin de semana pasado se llevó a cabo el Encuentro Nacional Pensamiento y Acción para la Unidad Popular – Hacia una Constituyente Social en la Argentina.
En el mismo participé de una de las subcomisiones de debate en que se dividió la de Pensamiento Emancipatorio y Política Constituyente.
El debate fue intenso y profundo por parte de la mayoría de los asistentes, pese al tiempo muy acotado previsto para las intervenciones, tres minutos en la primera parte y dos en la segunda, separadas por el almuerzo.
Las intervenciones giraron alrededor de diversas temáticas: la defensa del territorio en la construcción de espacios de poder; el debate colectivo y la horizontalidad; la solidaridad y la necesidad de la construcción en común con las experiencias avanzadas de Nuestra América para enfrentar tanto al capitalismo como al imperialismo.
Se expresó la importancia del Foro de Porto Alegre y los encuentros anti globalización como elementos que fueron dándole peso a las alternativas de los pueblos, más allá de los límites a los que estaban sujetos por las insuficientes definiciones en cuanto a los temas políticos que eran planteados y la debilidad de los debates acerca del tema del poder.
Los debates estuvieron atravesados por los vínculos entre lo social y lo político, reconociendo que nunca están desvinculados: todo lo social contiene elementos de lo político, mientras lo político muchas veces es una construcción superestructural que carece de sustento, de asiento en sujetos sociales organizados, más allá de lo discursivo.
Como ejemplos de movimientos sociales que asumieron elementos políticos con distintas dimensiones, se mencionaron los ejemplos de Esquel, donde lograron frenar la instalación de las minas a cielo abierto, y de Bolivia, donde luego de décadas de desarrollo en luchas sociales (como la defensa de las plantaciones de la ancestral hoja de coca y las batallas por el agua) articularon una fuerza capaz no solo de asumir el gobierno sino de contar con una fuerte base social que avanza en la disputa del poder.
Otro tema debatido fue el rol de los dirigentes, su surgimiento y su rol. Una frase repetida fue “ni con ni sin dirigentes”. Fue consensuado el criterio de que deben surgir del propio desarrollo del movimiento en que están involucrados (no son previos) por tener la capacidad para representar/organizar el espacio. Fue dominante la necesidad de romper con las formas delegativas que terminan independizándose de sus bases naturales, incluso asumiendo políticas que se les oponen. En este sentido, se resaltó la necesidad del funcionamiento asambleario, combinando formas de democracia directa y de democracia participativa.
Hubo numerosas intervenciones que mostraron preocupación por la gran distancia entre las propuestas planteadas (y aprobadas) en el espacio de la Constituyente Social y los modos verticalistas y antidemocráticos con que es manejado en algunos sindicatos que forman parte de la CTA, como es el caso de Suteba.
Se planteó la necesidad de fundar un nuevo Estado que se haga cargo de administrar los bienes comunes en función de las necesidades e intereses del movimiento popular, lo que supone dar la disputa no solo a nivel institucional sino (y sobre todo) creando nuevas instituciones capaces de desarrollar formas de poder popular.
Un espacio fue dedicado a denunciar al gobierno nacional y a los provinciales por la enajenación de los recursos naturales como el petróleo, por el impulso dado a la minería a cielo abierto, a la deforestación y a la sojización, además de rechazar las políticas al menos permisivas, cuando no promotoras, de la apropiación de tierras de los pueblos originarios por parte de grupos económicos, tanto por los radicados en el país como por los extranjeros.
Mi intervención estuvo referida a las preguntas vinculadas a la producción de nuevos saberes, conocimientos y marcos teóricos en dirección a la construcción de un pensamiento de cambio, y a las iniciativas en el campo de la formación.
Comencé expresando que en las definiciones en el plano ideológico-político muchas veces no hay grandes diferencias en el campo popular. Pero que no alcanza con enfrentar las propuestas vinculadas a la ideología dominante. También es necesario abrir debates que vayan adquiriendo capacidad para superar paradigmas que creo ineficientes y que están presentes en muchas de las fuerzas que impulsan los cambios. Eso también lo considero como parte de la necesaria batalla cultural, que gana efectividad si no se limita a ser una propuesta teórica y puede ser reconocida y portada por sujetos sociales.
Siguiendo con mi intervención, planteé que para dar respuesta a las preguntas planteadas, la construcción de saber supone una interacción y construcción colectiva entre intelectuales con distintas funciones: quienes tienen como profesión trabajar con las ideas de un lado, y quienes tienen saberes específicos en otras: por su condición humana piensan para desarrollar sus tareas (el carpintero, el herrero), pero que están enajenados de una visión del mundo acorde a sus intereses como condición de la dominación, en especial en el marco de las relaciones sociales capitalistas.
Es necesario desarrollar formas que apunten a la formación y a la socialización de la información, en espacios con existencia real, asegurando la participación y la democratización, facilitando la reflexión, la toma de decisiones, que se llevan a la práctica y se balanceen posteriormente. De esa manera los sujetos sociales se van, por un lado, constituyéndose en Estado, y por el otro son parte de la construcción de una teoría capaz de actuar como fuerza impulsora de los cambios sociales.
Dejé especialmente para el final el debate más importante que se produjo en la comisión, sobre Estado, Nación y Cultura. Al plantearse los cambios necesarios en las formas y contenidos de un Estado de nuevo tipo, surgió la idea del “Estado-nación”.
El lonco (cacique) Elías Maripán y otros integrantes de la Nación Mapuce cuestionaron fuertemente esa concepción, ellos se consideran una Nación y su reconocimiento como tal es su antiguo reclamo. Son los habitantes primigenios de estos territorios; masacrados, objeto de trabajo esclavo y ahogados culturalmente desde la conquista, proceso que continuó luego de la independencia y fue agravado, en el caso de los mapuces, durante el genocidio de las llamadas “campañas al desierto”. Hoy siguen siendo expulsados de sus tierras ancestrales, acusados a ambos lados de la frontera chileno-argentina de invasores del país vecino, agravado esto por la no aplicación, incluso el desconocimiento, por parte de las autoridades nacionales, provinciales y municipales de un conjunto de preceptos constitucionales y leyes vigentes que no son aplicadas, en resguardo de los intereses del bloque dominante.
Los aportes de las delegadas de los presidentes Morales y Correa, Teresa Morales Olivera y Ana María Larrea, respectivamente, que habían tenido una decisiva participación en los debates que llevaron a las reformas constitucionales en Bolivia y Ecuador, llevaron el debate a otro plano. Ambas representantes relataron el proceso seguido hasta que la mayoría del Congreso Constituyente lograra vencer a la minoría de formación racista para poner en un plano de igualdad a los pueblos originarios. Las movilizaciones y la correlación de fuerzas favorables, tanto a nivel nacional como internacional, frenaron, en el caso boliviano, los intentos golpistas y fracturas territoriales. Quedó un saldo de asesinatos masivos con poblados sitiados y una fuerte campaña para quebrar la voluntad de cambio o falsear los contenidos de la propuesta. Ambas intervenciones destacaron las características que observaban en el debate en la comisión, que revelaban un punto mucho más avanzado en la consideración de la problemática en Argentina; esta opinión de alguna manera nos obliga a desplegar una fuerte campaña entre los sectores populares, enfrentando al racismo que subsiste en las capas medias y entre los propios trabajadores, alimentado por muchos dirigentes sindicales.
La comisión permitió tener una esperanzada expectativa de desarrollo de una fuerza nueva, construida desde la base, con grandes perspectivas de tener capacidad para organizar fuerza propia capaz de actuar tanto en el seno de las instituciones del sistema como para ir creando las necesarias para sobrepasarlas y reemplazarlas “como trasto viejo e inservible”.
La tarea que está propuesta solo será efectiva si es asumida por conjuntos crecientes de la sociedad que vayan dándose las formas organizativas que consideren más convenientes y que consideren las diferencias de manera positiva. Muchas veces las distintas visiones aparecen enfrentadas de manera cerrada, como irreconciliables; pero hurgando en sus contenidos es posible descubrir muchas afinidades, sobre todo en los objetivos que se persiguen; no debemos descartar que la vida “en aldea” lleve a concepciones que aíslan a los sujetos de las visiones más “universales” (“el pez piensa que todo el mundo es agua”). Debates abiertos y ejercicios articuladores facilitan encontrar los elementos comunes para desplegar las luchas en las mejores condiciones, pero además es un buen camino para crear nuevas relaciones de los sujetos entre sí y con sus agrupamientos.
José Luis Bournasell
Buenos Aires, 25 de noviembre de 2009

2 comentarios:

  1. Saludos compas, desde la Constituyente comuna 15. Este sábado 19/12 , desde las 18 hs estamos encontrandonos con los vecinos en la plazoleta Raymundo Gleyzer para comentar Neuquén, esto es en Donato Alvarez y Espinosa.
    Nos vemos, acabo de encintrar el Blog, muy bueno felicitaciones y adelante.
    Diego

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  2. Fe de errata: Donde dice encintar debe leerse encontrar. Eso pasa por apurado, jaja

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